Compactación de suelos y tránsito controlado de maquinarias


Años de excesiva humedad, monocultivo y uso de máquinas de gran capacidad, aumentan el riesgo de compactación de los suelos. Teniendo en cuenta el uso de rodados adecuados y la rotación con gramíneas, entre otros factores, se reduce el riesgo.

Por Guillermo Gerster (INTA Roldán) y Silvina Bacigaluppo (INTA Oliveros)

 

En la cosecha de la pasada campaña de soja y maíz, la región pampeana fue afectada por un evento climático de características extraordinarias. En muchas regiones sólo se había cosechado, en buenas condiciones de piso, menos de un 30 % del área. La duración del fenómeno y el deterioro creciente de los cultivos sin cosechar generó la necesidad de hacerlo en condiciones de alta humedad de los suelos y escasa capacidad portante de los mismos, lo que provocó un problema de compactación superficial y sub-superficial en gran cantidad de lotes de la región.

Resulta necesario definir estrategias para la recuperación de la capacidad productiva de

los lotes afectados, para lo cual analizaremos aspectos relacionados al tránsito de

maquinarias y sus efectos sobre el suelo y los cultivos.

 

Efectos sobre el suelo y los cultivos

Si bien el uso extensivo de la Siembra Directa en la región pampeana permitió reducir los procesos erosivos, la degradación física provocada por el tránsito en húmedo, asociada al monocultivo de soja, se convirtió en el factor de mayor riesgo en estos sistemas. La degradación física se manifiesta como una pérdida de la porosidad de los suelos y está asociada a la textura, contenido de materia orgánica y al peso y presión de la maquinaria utilizada. Por otra parte, con el avance tecnológico de la agroindustria metalmecánica, se incorporaron al mercado equipos de mayor capacidad de trabajo, con un incremento de su peso. Esto, sumado a un mayor número de pasadas asociados a tratamientos de fertilización y protección del cultivo contra malezas, plagas y enfermedades, generalizaron el problema.

La superficie transitada por los rodados de los equipos agrícolas, en soja de

primera, supera el 60 % del área total en cada campaña, considerando la maquinaria usual en el sur de la provincia de Santa Fe. La siembra y pulverización para el control de malezas, requieren que el suelo posea niveles de humedad elevados, coincidiendo en muchos casos con el intervalo de máxima susceptibilidad a la compactación. A su vez, el desplazamiento de cultivares de soja de ciclo largo (grupos de maduración VI y VII) por cultivares de ciclos más cortos (grupos III y IV) produjo un adelanto de la cosecha, concentrándose en el mes de marzo, coincidiendo con un periodo de abundantes lluvias. 

Cuando un rodado se desplaza sobre un suelo desnudo produce efectos diferentes

a los generados en uno cubierto. La presencia de una abundante cobertura de rastrojos

amortigua parcialmente el efecto del tránsito, dado que el esfuerzo mecánico se realiza

sobre un intermediario, que disminuye sus efectos negativos sobre el suelo. En lotes

destinados a monocultivo de soja en cambio, la escasa cobertura agrava el problema. La

ausencia de gramíneas en la rotación, sumada a la escasa actividad biológica de estos

sistemas contribuyen a que los sectores compactos generados por el tránsito perduren varios años.

Trabajando en Argiudoles típicos sobre huellas generadas por el paso de tolvas autodescargables, observamos que los sectores transitados presentaban un incremento en la densidad aparente, reducción de la infiltración básica, menor exploración de raíces y una disminución en los rendimientos de soja y maíz de un 28 %  y de 15 %, respectivamente, respecto a zonas sin tránsito. También observaron una merma en la presencia de nódulos en las raíces del cultivo de soja, tanto en su peso como en su cantidad. 

Algunas alternativas para reducir o limitar los efectos negativos del tránsito, consisten en utilizar maquinarias de menor peso por eje y/o adecuar los rodados para reducir su presión específica sobre el suelo. Respecto al primer aspecto, es preocupante la

tendencia de los últimos años a la utilización de cosechadoras y tolvas con mayor

capacidad de trabajo y mayor peso, por lo cual, el uso de neumáticos de mayor superficie de apoyo aparece como la alternativa para reducir o limitar los efectos negativos del tránsito de maquinarias. La ventaja de este tipo de rodados consiste en que permiten reducir la presión específica sobre el suelo, ya que distribuyen la carga en una mayor superficie de contacto. 

Con el objeto de evaluar el uso de rodados alternativos en tolvas auto-descargables,

se realizó un experimento sobre un suelo Argiudol típico serie Armstrong, con más de veinte años de agricultura y ocho años en siembra directa continua, comparando el tránsito con rodados convencionales y radiales. 

Algunos resultados observados luego del paso de ambos rodados mostraron que

el rodado convencional presentó valores más elevados de resistencia mecánica a la

penetración en estratos superiores del perfil del suelo (10 - 20 cm), mientras que con el

rodado radial los valores más elevados se encontraron a mayor profundidad (20 - 30 cm).

Estas observaciones coinciden con las realizadas por Voorhess y Jorajuría, quienes determinaron que superficialmente el efecto negativo del tránsito está asociado a la presión ejercida por el neumático, mientras que a nivel sub-superficial depende más del peso total del equipo utilizado. 

También se observó que la presencia de densificaciones superficiales por tránsito

con rodado convencional limitó el crecimiento de raíces en todo el perfil, mientras, que, con rodado radial, en cambio, hubo un mejor enraizamiento en profundidad incluso en estratos con valores más elevados de resistencia mecánica a la penetración. Sin dejar de tener en cuenta que el área sin tránsito siempre presentó mayor abundancia de raíces en todo el perfil.

Si bien los neumáticos radiales favorecieron el desarrollo radical de los cultivos

(en relación a los convencionales), su efecto para atenuar la degradación física del suelo es limitado, ya que generan densificaciones a mayor profundidad que los neumáticos

convencionales. Su uso continuo podría generar compactación más profunda y difícil de

revertir, aspecto que requiere la realización de estudios complementarios.

 

Efectos de la rotación 

La siembra anual de un solo cultivo de verano y el uso de barbechos químicos que

mantienen el área libre de malezas el resto del tiempo, genera una sub-utilización de los

recursos disponibles (agua, radiación, nutrientes), ya que durante el barbecho no es

aprovechada la energía solar para generar moléculas orgánicas. La inclusión de un cultivo invernal permite utilizar en forma más eficiente estos recursos, que además de producir granos, genera con los residuos un efecto de cobertura y contribuye a mejorar el balance de la materia orgánica del suelo. Las gramíneas de invierno, como el trigo, normalmente encuentran durante su implantación el suelo húmedo por periodos prolongados, teniendo, por lo tanto, mayores posibilidades de crecer en los sectores compactados. Este hecho está asociado a las características de las lluvias otoñales, que al ser de baja intensidad y de larga duración, permiten humedecer todo el perfil, incluso los sectores compactos. Este aspecto tiene ventajas sobre el cultivo de maíz que no siempre se desarrolla con buenas condiciones de humedad en el perfil, si bien presenta la capacidad de generar poros de mayor diámetro, que son los que contribuyen a lograr una mayor velocidad de infiltración de agua. 

Estas características explican por qué los suelos en siembra directa, con una

adecuada rotación de gramíneas, mediante el efecto de las raíces y de la actividad

biológica, asociado a procesos de humectación y desecamiento, tienen la capacidad de

recuperar la estructura. Este proceso, que depende de las características de cada lote

(cobertura, materia orgánica, etc.), puede demorar varios años. 

Los suelos de nuestra región, adecuadamente manejados en siembra directa, son

capaces de recuperar la estructura y porosidad afectada por el tránsito. La intensificación con gramíneas con una adecuada fertilización, en siembra directa, constituye un sistema que permite mantener altos niveles de cobertura y porosidad mejorando el balance de materia orgánica y nutrientes.

Resulta necesario reducir el impacto de la compactación mediante una estrategia

que combine el tránsito controlado y el uso de rodados de mayor superficie de apoyo y

menor presión especifica. Para la remediación de lotes ya afectados por el tránsito, es

recomendable la siembra de gramíneas, tanto de invierno como de verano a los efectos de que sus raíces permitan recuperar la estructura de los suelos.